El riojano sostuvo que la gestión de Javier Milei “está acabada” y transita “su etapa final”, tras la derrota de La Libertad Avanza en Buenos Aires. Enfatizó que “el peronismo unido, organizado y con compromiso militante, es prácticamente invencible” y advirtió que el modelo libertario no ofrece soluciones, sino dolor y padecimiento para la mayoría del pueblo argentino.
El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se convirtió en una de las voces más duras de la oposición al presidente Javier Milei al afirmar que “más temprano que tarde este gobierno se tendrá que retirar del poder” porque “está acabado y transita su etapa final”. La contundencia de sus palabras se explica en un contexto en el que La Libertad Avanza sufrió una derrota demoledora en la provincia de Buenos Aires, donde la coalición peronista Fuerza Patria se impuso con amplitud y dejó al oficialismo por debajo del 35 por ciento de los votos. Para el mandatario riojano, el resultado expresa no sólo un cambio de humor social sino la confirmación de que “el peronismo unido, organizado y con compromiso militante es prácticamente invencible”.
La importancia del revés bonaerense es central: se trata del distrito que concentra el 40 por ciento del electorado nacional y que suele marcar la temperatura política del país. Con Axel Kicillof revalidando liderazgo y consolidando al peronismo en la provincia, la caída de Milei adquiere el carácter de símbolo. Quintela felicitó al gobernador bonaerense “por el mensaje firme, contundente, pero con mucha humildad” y destacó el rol de los intendentes, las intendentas y la militancia territorial, que a su juicio fueron decisivos para frenar a un oficialismo que “llegó al gobierno con promesas de cambio pero aplicó políticas de crueldad que generaron más hambre, miseria y desesperanza para el pueblo argentino”.
El riojano no se quedó sólo en la crítica electoral. Aseguró que el rumbo económico elegido por Milei es insostenible y que, de mantenerse, “más temprano que tarde” terminará obligando al gobierno a abandonar el poder. Según su diagnóstico, el esquema actual “no ofrece soluciones para la mayoría de los argentinos” y, por el contrario, profundiza la crisis social. Denunció que las políticas fiscales y monetarias de la administración libertaria son una suerte de “maquillaje de la economía” que beneficia a unos pocos sectores mientras la mayoría vive con “dolor, angustia y padecimiento”.
Los números macroeconómicos muestran algunos logros que el oficialismo exhibe como bandera: en junio, el superávit primario rondó los 790.000 millones de pesos y el financiero superó los 550.000 millones, cifras destacadas por el Ministerio de Economía como prueba del éxito del ajuste. También se registró una desaceleración inflacionaria en ciertos meses, con índices que se ubicaron por debajo del 3 por ciento mensual, tras los picos de 2024. Sin embargo, estos datos no alcanzan a revertir el clima social: la pobreza se mantiene en niveles críticos, los salarios pierden poder adquisitivo y las tarifas de servicios, alimentos y alquileres siguen subiendo. Para Quintela, “no hay maquillaje fiscal que pueda ocultar el dolor cotidiano de millones de argentinos”.
El frente político se le complica a Milei en varios frentes. El Congreso, con mayoría opositora, ha frenado o revertido varias iniciativas presidenciales, como la anulación del veto a la ley que ampliaba beneficios a personas con discapacidad. En paralelo, gobernadores de distintas provincias reclaman mayor coordinación y recursos, y ven en la convocatoria presidencial a una mesa federal más un gesto de debilidad que una verdadera apertura al diálogo. Quintela lo dijo con claridad: “el gesto tiene que venir de la Nación hacia las provincias, no al revés”.
La conflictividad social también se intensifica. Protestas callejeras, huelgas y movilizaciones sindicales se multiplican en rechazo a las políticas de ajuste. Para sectores opositores, la imagen de Milei se asemeja a lo que describió Quintela: “genuflexo ante los poderosos y dictador ante los débiles”. El oficialismo, por su parte, insiste en que la única salida es sostener el rumbo, confiando en que los resultados económicos se traduzcan tarde o temprano en mejoras perceptibles. Pero la paciencia social se agota y los resultados electorales lo reflejan.
En este escenario, Quintela no dudó en advertir que Milei podría no llegar a las elecciones de octubre. “Este gobierno no tiene forma de salir adelante”, sentenció, al tiempo que sostuvo que el desafío actual no es sólo resistir al ajuste sino construir una alternativa política sólida desde el peronismo. En conversaciones privadas con otros mandatarios, que circularon en un chat de gobernadores, la idea predominante fue la de que el triunfo bonaerense no sólo reaviva el optimismo interno sino que marca un antes y un después en la correlación de fuerzas nacionales.
El mensaje de Quintela condensa dos ideas clave: la certeza de que el gobierno libertario está en retirada y la convicción de que el peronismo, si permanece unido, tiene la fuerza para volver a gobernar con legitimidad electoral y respaldo popular. No es casual que haya afirmado que “el peronismo unido es prácticamente invencible”: se trata de una definición política, pero también de un gesto hacia adentro de su propio espacio, en momentos en que las tensiones internas amenazan con dispersar fuerzas.
La incógnita central es qué sucederá de aquí a octubre. Milei conserva aún resortes de poder institucional, como la capacidad de veto presidencial y el control de la Casa Rosada, además del respaldo de algunos sectores empresariales y financieros que ven con buenos ojos la apertura económica y el recorte del gasto público. Pero la política no se define sólo en balances fiscales: requiere legitimidad, consensos y respaldo ciudadano. Si el oficialismo no logra recomponer su relación con la sociedad, los gobernadores opositores ya anticipan un escenario de transición.
“Más temprano que tarde este gobierno se tendrá que retirar del poder”, reiteró Quintela, convencido de que las urnas ya comenzaron a escribir el final del ciclo libertario. Sus palabras funcionan como diagnóstico, advertencia y desafío a la vez. El futuro dirá si se trata de una exageración retórica o de una descripción precisa del rumbo que lleva la Argentina bajo la presidencia de Javier Milei.