19 septiembre, 2025 9:05 am

LA SOLEDAD DE LA OFICINA: EL PRESIDENTE EN SU ENCRUCIJADA FINAL

​El líder de la “motosierra” se encuentra en un punto crítico, donde la solidez de sus convicciones se enfrenta al desgaste social y a la necesidad de construir un nuevo consenso para evitar el punto de no retorno.

A casi dos años de su asunción, la presidencia de Javier Milei se encuentra en una encrucijada crucial, navegando entre la consolidación de un “milagro” fiscal y un creciente desgaste social y político que lo enfrenta a su “punto de no retorno”. Si bien el Gobierno se jacta de haber evitado una hiperinflación y de haber alcanzado un histórico superávit financiero del 0,3% del PBI, la realidad de la población pinta un panorama de estanflación, con una actividad económica en descenso y una inflación que, si bien desacelera, golpea el poder adquisitivo de los argentinos.

​El discurso oficial, resonando en cada intervención presidencial, reitera que el ajuste es la única vía hacia una Argentina próspera. Con un ojo en las metas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige disciplina fiscal, el Gobierno ha demostrado su compromiso con la poda del gasto público. “Gestionar es achicar el Estado para engrandecer a la sociedad”, fue la consigna que marcó la presentación del presupuesto 2025, donde se prometió un blindaje del equilibrio fiscal.

​Sin embargo, los números fríos de la macroeconomía contrastan con la realidad cotidiana. A septiembre de 2025, indicadores como el empleo, la producción y el consumo muestran una caída sostenida. La pobreza, que se sitúa en un 31,7% en el primer trimestre de 2025, según datos oficiales, sigue siendo un flagelo para un segmento de la población que ya ha perdido la paciencia. La situación de los jubilados, con casi la mitad de los beneficiarios cobrando la mínima, representa una de las aristas más sensibles de la actual política económica.

​El reciente fracaso electoral en la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país, actuó como un potente sismógrafo del descontento social. A pesar de que las encuestas anticipaban un escenario de paridad, la derrota de La Libertad Avanza por más de 13 puntos frente al peronismo reveló una fisura en la base de apoyo al “proyecto mileísta”. La caída de popularidad de un presidente que en la campaña prometió no solo sanear la economía sino también “volver a los argentinos felices” ha abierto un debate sobre si el Gobierno está ante un punto de inflexión o si, por el contrario, ha entrado en un “punto de no retorno” del que no podrá salir sin ceder en sus posturas más dogmáticas.

​Mientras tanto, el Gobierno ha puesto en marcha una segunda ola de reformas estructurales, enfocándose en un área clave: la reforma laboral. La iniciativa, que ya se debate en la Cámara de Diputados, busca flexibilizar el mercado de trabajo con propuestas como el fraccionamiento de vacaciones y la creación de un fondo de cese laboral para evitar juicios. Estas medidas, que el Gobierno defiende como un “empujón al empleo”, han generado el rechazo de los sindicatos, que las consideran un retroceso en los derechos adquiridos por los trabajadores.

​En este delicado escenario, la pregunta que resuena en los despachos oficiales y en las mesas de café es si el Gobierno de Milei podrá sostener su plan de shock sin incurrir en una derrota política mayor en las elecciones de medio término. La promesa de “no ceder” se mantiene firme, pero la tensión entre la austeridad fiscal y la capacidad de la sociedad para absorber el impacto del ajuste pone a la Casa Rosada en una situación de alto riesgo. El futuro de la Argentina, y de su presidente, se definirá en el filo de la navaja, entre el convencimiento ideológico y la cruda realidad del día a día.

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