3 noviembre, 2025 5:23 pm

DEBATE ABIERTO POR LA ACUMULACIÓN DE RESERVAS EN EL GOBIERNO Y EL FMI

En las últimas semanas creció con fuerza el debate dentro del oficialismo y en los ámbitos económicos sobre la estrategia de acumulación de reservas internacionales por parte de la Argentina, un eje clave del acuerdo vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mientras el Gobierno sostiene que esa acumulación podría generar distorsiones monetarias, opositores y analistas advierten que una política débil en este aspecto puede comprometer la estabilidad cambiaria y el acceso al crédito externo.

Según un artículo publicado en El Cronista, dentro del Gobierno hay voces favorables a una acumulación más agresiva de reservas, pero también quienes alertan sobre los costos que podría generar una expansión monetaria para comprar divisas. Por su parte, el diario La Nación señala que el argumento oficial es que comprar reservas podría “distorsionar la credibilidad dentro de las bandas cambiarias” y derivar en emisión monetaria, invalidando los esfuerzos para bajar la inflación.

Un factor que tensiona la discusión es que Argentina aún no cumplió las metas de acumulación de reservas pactadas con el FMI, lo que obligó al organismo a flexibilizar sus objetivos. En un reciente informe, el FMI redujo las metas previstas para 2025, pero mantuvo intacta la meta para 2027, demanda que obliga al país a acelerar su ritmo de acumulación.

Además, el organismo reconoció que el Gobierno adoptó “medidas correctivas” para acercarse al objetivo, lo que le valió el otorgamiento de un waiver, es decir, una excepción técnica a un incumplimiento.

Uno de los datos más recientes lo aporta el propio Banco Central, que informó un leve aumento de sus reservas brutas: alcanzaron los USD 39.176 millones, con una suba de USD 58 millones respecto del día anterior, en una jornada sin intervención en el mercado cambiario. Este resultado, aunque modesto, es leído por algunos como un indicio de que las liquidaciones del agro, la rebaja de retenciones y eventuales créditos internacionales podrían estar activando un impulso positivo.

El contexto macroeconómico, sin embargo, no es sencillo. Argentina mantiene elevados compromisos en moneda extranjera, enfrentará vencimientos de deuda futuros y atraviesa limitaciones para volver a captar financiamiento en mercados internacionales. Esta fragilidad se reflejó en la caída de los bonos locales y el incremento del riesgo país, que para algunos analistas evidencian la desconfianza del mercado en la capacidad del país de cumplir sus metas.

Desde el Gobierno, el ministro de Economía, Luis Caputo, reafirmó el compromiso con la acumulación de reservas, aunque relativizó su peso frente al esquema de tipo de cambio flotante y un Banco Central “capitalizado”. Asimismo, el BCRA anunció medidas adicionales para reforzar sus activos, como la emisión de repos en dólares con bancos internacionales por hasta USD 2.000 millones.

Críticos del oficialismo sostienen que sin un acumulado robusto de reservas se reduce la capacidad de absorber shocks externos, e incluso advierten que la postura actual podría debilitar las expectativas de los inversores y alimentar tensiones cambiarias. En este sentido, algunos sugieren que ante condiciones favorables el país debió aprovechar para reforzar reservas cuando el dólar estaba más bajo o existían entradas de divisas, en lugar de depender exclusivamente de intervenciones discretas.

En los días que vienen, el escenario político también pesará fuerte en la estrategia económica: las próximas elecciones legislativas del 26 de octubre serán, en opinión de varios sectores, un momento decisivo. En ese marco, el grado de éxito o fracaso en las metas de reservas podría convertirse en un criterio relevante para los votantes y para la capacidad del Ejecutivo de sostener o corregir su plan macroeconómico.

Así, el debate que domina a gobernantes, técnicos y analistas no es solo si acumular reservas, sino cómo hacerlo con menor costo y dentro de los límites de credibilidad ante el mercado. La tensión entre disciplina monetaria y fortaleza financiera externa atraviesa hoy la columna vertebral del plan económico argentino.

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