El presidente Javier Milei impulsa una transformación sin precedentes basada en la Escuela Austríaca de Economía. Ajuste fiscal, desregulación masiva y una propuesta para penalizar la emisión monetaria forman parte de una estrategia que divide aguas entre defensores del libre mercado y críticos del impacto social.
Buenos Aires – A casi seis meses de asumir la presidencia, Javier Milei consolida su proyecto de reingeniería estatal bajo los principios de la Escuela Austríaca de Economía, una corriente marginal durante décadas que hoy gana protagonismo desde el corazón del poder argentino. Inspirado por Ludwig von Mises y Murray Rothbard, el mandatario libertario pone en práctica un recetario que incluye la reducción drástica del gasto público, desregulación de mercados y una cruzada contra la emisión monetaria.
“Estamos haciendo el ajuste más grande de la historia, y sin meterle la mano en el bolsillo a la gente”, aseguró Milei en declaraciones recientes. En efecto, el Gobierno alcanzó superávit fiscal en tiempo récord y aplicó un recorte equivalente al 5,6% del PBI en tan solo un trimestre, un ajuste considerado histórico por economistas y organismos internacionales.
Mises como brújula ideológica
La praxis austrolibertaria del Presidente se basa en principios que priorizan el orden espontáneo del mercado, el respeto irrestricto por la propiedad privada y la limitación extrema del poder estatal. La figura de Ludwig von Mises, autor de La acción humana, se ha convertido en emblema del nuevo rumbo económico argentino. Milei también ha citado a Hayek, Rothbard y Bastiat, alineando su discurso con el anarcocapitalismo filosófico.
Entre sus propuestas más radicales se encuentra la de penalizar penalmente a los funcionarios que autoricen emisión monetaria para cubrir el déficit fiscal. “La inflación es un delito contra el pueblo”, sostuvo. En esa línea, el Gobierno trabaja en un proyecto de ley que considera imprescriptible la emisión sin respaldo, equiparándola simbólicamente a un crimen de lesa humanidad.
Resultados económicos y tensiones sociales
Los números, por ahora, juegan a favor del plan de Milei: la inflación, que en diciembre superaba el 25% mensual, se redujo al 4,2% en abril y al 2,2% en mayo, según datos del INDEC. El riesgo país se desplomó más de 900 puntos y el dólar se mantiene estable en términos reales.
Sin embargo, los costos sociales son significativos. Más de cinco millones de argentinos habrían caído en la pobreza en el primer semestre de 2024, y sectores como salud, educación y obra pública sufrieron recortes drásticos. La protesta de médicos del Hospital Garrahan, uno de los principales centros pediátricos del país, evidenció el malestar creciente por el impacto humano del ajuste.
“Este modelo económico es moral porque respeta los incentivos correctos”, repite Milei. Pero los críticos sostienen que la motosierra del Estado no distingue entre privilegios y derechos básicos, y que la velocidad del ajuste puede erosionar el tejido social antes de que lleguen los beneficios prometidos.
Proyección regional y mirada global
El experimento argentino comienza a generar interés fuera de sus fronteras. Desde sectores libertarios de Chile hasta economistas de Wall Street, muchos observan con atención si el “modelo Milei” puede ser replicable o si terminará estrellado contra los límites políticos y sociales.
Mientras tanto, el Presidente se mantiene firme en su cruzada. “No venimos a administrar la decadencia, venimos a cambiar la historia”, advirtió en el Congreso. Y lo está haciendo con una ortodoxia ideológica inusual en la política contemporánea, una que mira más a Viena y a la Escuela Austríaca que a los manuales del FMI o del Banco Mundial.
El tiempo dirá si esta revolución de mercado es el inicio de una nueva era o el último capítulo de una utopía libertaria que nunca logró arraigar del todo en el Sur global.