Más de 40 empresas locales acusan a PECOM de concentrar contratos en una firma sin arraigo ni experiencia regional. En paralelo, grandes operadoras como Halliburton, YPF y Tecpetrol abandonan la cuenca. La caída de producción, el éxodo empresarial y la pérdida de miles de empleos revelan un deterioro estructural sin precedentes.
La Cuenca del Golfo San Jorge, uno de los pilares históricos de la industria petrolera argentina, se encuentra al borde del colapso. Mientras el éxodo de grandes operadoras como Halliburton, Tecpetrol y YPF deja una estela de desinversión y desempleo, las pequeñas y medianas empresas locales —que durante décadas sostuvieron el funcionamiento territorial de la actividad— denuncian una exclusión sistemática por parte de PECOM, la nueva concesionaria de los activos que YPF dejó en Chubut.
La Cámara de Empresas Regionales de Servicios Petroleros lanzó una solicitada el 28 de mayo denunciando que más de 40 firmas locales fueron desplazadas por una empresa sin antecedentes en la cuenca, constituida en Capital Federal, sin personal local, sin equipos, sin historia. “Esta decisión implica una concentración monopólica, viola los artículos 12 y 83 de la Ley Provincial de Hidrocarburos, y profundiza el vaciamiento económico y social de la región”, alertaron.
A esto se suma el proceso de desinversión de las grandes operadoras. Halliburton confirmó el despido de casi 300 trabajadores. Tecpetrol —del Grupo Techint— redujo su inversión en un 83% en las últimas dos décadas, mientras crecen las denuncias por el pasivo ambiental que deja tras su retirada. YPF, por su parte, terminó de retirarse de varios activos, trasladando responsabilidades sin asegurar un proceso de transición que resguarde el entramado local.
Los números de la producción son elocuentes: en abril de 2025, la producción de Chubut cayó en 159 mil barriles, acumulando una disminución del 5,2% en el primer cuatrimestre del año. El declive no es nuevo, pero se acelera peligrosamente en un contexto de abandono político y falta de inversión estatal y privada. Se estima que entre Chubut y Santa Cruz ya se han perdido más de 5.000 puestos de trabajo directos e indirectos. Las desvinculaciones, encuadradas muchas veces como “retiros voluntarios” o “conciliaciones”, ocultan una sangría que impacta directamente en el comercio, los servicios y la vida misma de las comunidades petroleras.
El gobierno provincial, ante este escenario, firmó junto a sindicatos y empresas un Acuerdo de Competitividad que será tratado en la Legislatura. El texto propone recuperar la eficiencia operativa, reducir retenciones y dar prioridad a proveedores locales. Sin embargo, mientras se negocian pactos y se ensayan discursos, las torres se desarman, las empresas se mudan a Vaca Muerta y los trabajadores quedan a la deriva.
Las PYMES denuncian también que detrás de la empresa “ganadora” de los contratos de PECOM hay intereses políticos radicados en Comodoro Rivadavia, lo que transforma la crisis energética en una disputa por el control territorial del negocio petrolero. “Quieren reemplazar 40 empresas con una sola, sin respaldo, sin experiencia. Esto no es eficiencia, es una entrega”, afirmaron desde la Cámara.
La situación de la Cuenca del Golfo San Jorge ya no puede leerse como una serie de eventos aislados, sino como una crisis estructural que combina desinversión, concentración económica, exclusión territorial y vaciamiento del tejido social. Lo que está en juego no es solo el futuro de una cuenca, sino el modelo energético del país y la supervivencia de miles de familias.
Si no se revierte este proceso —con políticas activas, presencia estatal efectiva y respeto por el desarrollo regional—, Chubut podría pasar de ser una de las provincias fundacionales del petróleo argentino a convertirse en tierra de pasivos ambientales, desempleo crónico y oportunidades perdidas.