Viajó a Rusia para estudiar y fue reclutado sin saberlo por el Ejército.
Gianni Dante Bettiga, un joven argentino de 23 años, partió a Rusia con ilusiones de progreso y la intención de aprender el idioma. Sin embargo, su sueño se transformó en una pesadilla cuando, tras firmar un supuesto contrato laboral, terminó enrolado en el Ejército ruso y enviado al frente del conflicto con Ucrania.
Había llegado a la ciudad de Ekaterimburgo con una visa de estudiante, dispuesto a perfeccionarse en el idioma y conocer una nueva cultura. Cuando su permiso estaba por vencer, recibió la oferta de un empleo administrativo que le permitiría extender su residencia. Confiado, firmó un contrato redactado en ruso sin comprender del todo su contenido. Poco después descubrió que ese documento implicaba su “incorporación obligatoria a las fuerzas armadas” por un período de tres años.
Desde entonces, su vida cambió por completo. Fue trasladado a una base militar y luego enviado a la zona de combate. Sin entrenamiento previo ni experiencia bélica, quedó expuesto al riesgo de una guerra ajena. En sus últimos mensajes, el joven expresó desesperación y el deseo de regresar al país: “Quiero volver, pase lo que pase”, escribió a su familia.
Su padre, Juan Bettiga, inició gestiones ante autoridades diplomáticas para conocer su paradero, pero hasta ahora no obtuvo respuestas concretas. La familia vive momentos de angustia e incertidumbre, mientras intenta que alguna instancia internacional intervenga.
El caso expone una realidad alarmante: “la vulnerabilidad de los jóvenes que viajan al exterior sin conocer plenamente las leyes o el idioma del país de destino”, y las consecuencias irreversibles que puede tener un contrato mal entendido.